La lactancia materna es la forma más directa de entregarle amor a tu recién nacido, este momento fortalece tu vínculo y te permite ayudar a tu bebé a adquirir la confianza para conocer el nuevo mundo que lo rodea.
La leche materna es la oportunidad que tiene tu bebé de seguir recibiendo tus nutrientes y protección. Verás que aunque tu bebé es un recién nacido busca tu seno para alimentarse de forma innata, por eso es importante que conozcas por qué el llanto y los reflejos de búsqueda, succión y deglución son esenciales para ese vínculo de amor.
El reflejo de búsqueda es la respuesta de tu bebé a cuando se le acerca cualquier objeto a su cara, lo que busca es tu pezón para alimentarse, por eso cuando lo siente en sus labios se activa su reflejo de succión. El reflejo de deglución es lo que permite pueda tragar lo que succione y pasarlo hasta su estómago.
La succión de tu recién nacido es lo que mantiene el proceso de lactancia, pues gracias a este estímulo sensitivo tu cerebro y glándulas se conectan para la producción de todos los componentes nutritivos de la leche materna. Así que cada vez que se vacían tus pechos, tu organismo reinicia este proceso.
En la lactancia materna tu bebé continúa notando tus cambios emocionales, por lo que te recomendamos evitar las actividades que te generen estrés, ya que tus sentimientos y emociones pueden alterar tu producción y secreción de leche. Además que el momento de amamantar puede ser más tenso.
Primero es esencial que encuentres un lugar tranquilo y cómodo, ya que en la leche se transmiten las sustancias que secreta tu organismo, según tu estado de ánimo y comodidad.
Debes mantener máxima higiene en tus pezones, limpialos con agua y sin usar sustancias perfumadas, pues tu bebé lo primero que reconoce es tu olor.
Para ayudar a cicatrizar las pequeñas grietas que aparecen por la succión constante, es recomendable dejar un poco de calostro sobre el pezón al aire libre hasta que seque, justo después de la limpieza con agua.
No hay una única postura, lo recomendable es ir cambiando para vaciar bien los senos. Pero lo más recomendable es tenerlo de frente la mayoría de veces.
Es importante tener la espalda en una buena posición para que no sufra, puedes apoyarla en cojines cuando se estes sentada o incluso acostada.
Para los dolores en los pezones también es recomendable hacer masajes concéntricos con agua tibia mientras te duchas, o colocar toallitas, lo que alivia la inflamación.
El tiempo de cada momento de lactancia es relativo, pero puedes tomar el referente de entre 10 y 15 minutos por cada seno. Tu bebé te marcará las pautas de lo que necesita, así que debes estar atenta a sus gestos.
Es importante que cada seno quede vacío. Debes continuar amamantando a tu bebé por el pecho en el que quedó, para procurar que se vacíe y luego continuar con el otro.
Debes crear un ambiente cómodo para los dos. Tu bebé y tú deben sentirse relajados, cómodos y felices.
Estimula el descenso de la leche frotando tus senos desde la base hasta la areola en forma de espiral con movimientos circulares.
Procura que tu bebé cubra toda la areola con su boca, ya que debajo de su superficie están las reservas de leche que debe presionar para la succión.
No se debe sentir dolor en los pezones, esto puede estresar la secreción y la producción de la leche, además de tu bienestar.
Ten en cuenta que la fiebre puede acompañar la época de la lactancia por la constante actividad que hay, pues le estás brindando tus defensas a tu bebé y es necesario que el cuerpo tenga esa alarma para recargarse otra vez.
Sin embargo, frente a cualquier duda o situación que consideres anormal, consulta y atiende las recomendaciones del obstetra o especialista encargado de tu maternidad. Un apoyo con confianza y seguridad es vital en estos momentos que estás alimentando de amor y vida a tu recién nacido.
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