La continuación de la lactancia materna suele ser una de las mayores preocupaciones de las madres al momento del regreso al trabajo.
Esta duda se hace más fuerte cuando debes dejar al bebé en casa, para cumplir con los compromisos laborales, que deben ser retomados luego de la licencia legalmente establecida.
Lo más importante de este tiempo en casa es compartir con tu bebé cada momento especial de miradas, sonrisas, llantos y caricias, que ayudan a tu cuerpo a irse acoplando a la solicitud de alimento por parte del bebé.
El estímulo sensorial del contacto piel con piel que puede realizar la madre con el bebé aporta enormemente en la producción de la leche humana, dado que tiene un efecto calmante sobre los dos, permitiendo que el proceso fluya libremente.
Nadie puede predecir los fuertes lazos que se tejen estos meses donde la madre comparte con su bebé, así que es completamente válido que reconsideres decisiones que hayas tomado antes del parto.
Busca apoyo en tu trabajo, considera hacer arreglos para desempeñar tu trabajo desde casa, negociar si es posible para tener un horario más flexible, trabajar medio tiempo o incluso llevar al bebé contigo.
En lo posible, busca que quien cuide a tu bebé sea una persona afín con tus objetivos y estilo de crianza. Si es alguien externo, trata de conocerlo/a un poco antes de que se quede solo con tu bebé.
Acuerda con el cuidador para que tú puedas brindarle su alimento cuando regreses a casa, ese es el mejor reencuentro. Por ejemplo, pídele que no le dé leche justo antes de tu hora de llegada.
Aunque te puedas sentir tentada a “practicar”, no es necesario anticiparse para ofrecer tu leche extraída antes de regresar al trabajo, pues los dos querrán aprovechar al máximo ahora que pueden estar juntos.
La extracción de tu leche en tu lugar de trabajo, ya sea manualmente o con ayuda de un extractor, es la clave para mantener la producción.
Por eso es fundamental que descubras qué estímulo es más eficiente para ti: oler una prenda de tu bebé, escuchar sus balbuceos, verle en un video o sencillamente cerrar los ojos e imaginarle.
El número de veces que te extraigas en el trabajo va a depender de cuánto tiempo pases allí y de las facilidades que tengas para hacerlo. Lo mejor es hacer varias extracciones cortas y al menos una cada cuatro horas, para mantener la producción.
Cuenta las horas en las que van a estar separados para calcular la cantidad de leche que debes dejarle a tu bebé cada día: por una hora de separación se dejan 1 a 1,25 onzas de leche. Si, por ejemplo, te vas a ausentar 9 horas, puedes dejarle entre 9 y 12 onzas.
Recuerda que la leche que te extraes hoy es la que vas a usar mañana. Si tienes leche congelada, la puedes usar para el día en el que no alcanzaste a dejar lo suficiente por alguna razón, o porque el bebé pide un poco más.
“La ley de salas amigas de la familia lactante en el entorno laboral”, que el gobierno aprobó recientemente, es un gran apoyo para garantizar la continuidad de la lactancia materna cuando la madre debe separarse de su bebé para trabajar. Conversa con la persona encargada de recursos o bienestar humano en tu empresa, para acordar la manera como harás uso de este derecho.
En casa, el cuidador debe empezar por ofrecer al bebé pequeñas cantidades en el recipiente de elección, preferiblemente con vaso, taza o cuchara.
En el caso de optar por el biberón, se recomienda tener cuidado de no sobrealimentar al bebe, por el flujo fácil de la leche, que además podría des estimular la lactancia al pecho. Para evitar esto se recomienda el método Kassing o siguiendo las señales del bebé, que pueden aprender en la página de videos de nuestro sitio web: http://lllcolombia.org/videos/
Ten en cuenta que las tomas pequeñas permiten que no haya desperdicio de leche, pues la leche que el bebé prueba debe ser desechada si ya no quiere tomar más.
La leche descongelada puede mantenerse refrigerada durante 24 horas.
Es posible que tu bebé se rehúse a comer y duerma hasta esperar tu regreso. De esta manera obtendrá todo el alimento que necesita. Es un proceso de adaptación para ambos, que requiere paciencia y mucho amor por parte del cuidador, quien deberá priorizar la atención de las necesidades emocionales del bebé, arrullándolo, meciéndolo y jugándole.
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