La placenta previa es una condición que se da en un órgano vital afectado, del cual hemos hablado con anterioridad y como su nombre lo indica: la placenta es quien se encarga de una función esencial para el mantenimiento y la vida del bebé.
La localización normal de la placenta durante el embarazo debe ser en la parte superior del útero, pero lo que puede acontecer es que esté ubicada en la parte inferior del útero, lo cual representa posibilidades de riesgo para el embarazo, especialmente a partir del segundo trimestre.
Si este es el caso, el método de parto será la cesárea, para tu seguridad y la de tu bebé.
El diagnóstico de la placenta previa se lleva a cabo mediante ecografías o ultrasonidos rutinarios del embarazo. Generalmente, alrededor de la semana 20 de embarazo se hace más evidente.
Algunas de las situaciones que podrían aumentar tu riesgo de padecer la placenta previa son: ser fumadora, haber tenido un episodio de placenta previa, esperar más de un bebé o haber tenido cesáreas en partos anteriores; incluso tu edad y el número de bebés previos son posibles factores predisponentes.
Cuando la placenta previa sigue mal ubicada durante un periodo prolongado, es posible que te indiquen abstenerte de relaciones sexuales o exámenes vaginales durante el resto del embarazo. Lo más importante es que dialogues con tu doctor acerca de la evolución de tu embarazo y las decisiones correspondientes a cada etapa.
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